81. FESTEJANDO LA VIDA

Martes 16 de julio

No dormí bien, me desperté dos millones de veces, giré en la cama sin parar, no había forma de dormir. Como siempre, termino durmiendo la última hora super profunda, por suerte estoy en casa porque en el sanatorio esa última hora es la que todos quieren entrar. Hice mi habitual fiaca en la cama hasta que vino Andy a saludar. Hoy es el cumple de mamá y vamos a almorzar a su casa, primer año que cambiamos el horario de festejo, entre los nietos y yo, no llegamos a la noche.

Me levanto a desayunar una riquísima taza de choco krispis y reviso tener todos los ingredientes para el brownie. Andy se tiene que ir a la oficina porque estaban justo procesando cebolla y quería supervisar que todo vaya bien. Me puse a leer las cartas que me escribieron las chicas y mirar con más detenimiento las fotos, obvio que lloré, ¡me dicen demasiadas cosas lindas y son tantos recuerdos y aventuras vividas! Junto fuerzas y empiezo el brownie. Si hay algo que he hecho en mi vida es brownies, es decir, tengo experiencia por demás, siempre fue una pavada. Hoy tardé media hora y terminé de cama. Decidí tomármelo con calma, también por recomendación de Andy, yo suelo despertarme con todos los pendientes y querer resolverlos rápido. Una vez que los saqué, limpié la cocina y de vuelta al sillón. Hoy voy a hacer las actividades pero con pausas de por medio, considero que son necesarias en este momento. Cerca del mediodía me llama Andy que estaba volviendo, yo todavía no me había bañado. Me levanto, me baño, me cambio, busco las velitas y dejo todo listo para cuando llegue.

Me subo a la camioneta y me reta porque él se apura para llegar a tiempo y yo no estoy lista. A lo que le respondo que seguí su recomendación de tomarme todo con más calma. Me da gracia, esto ya pasó otras veces, me dicen que me haga las cosas con calma pero después también me dicen algo por tardar o no haber hecho tal cosa. Imposible estacionar en la ciudad en plenas vacaciones de invierno, dimos un par de vueltas hasta que apareció uno.

Llegamos media hora tarde, pobre mamá. Así y todo, fuimos los primeros en llegar, mamá no lo podía creer. Ya tenía una buenísima picada preparada. Llegaron los demás. Apenas abrió la puerta mamá, Male grita: “¡Cumple feliz Lalá!”, estaba super emocionada, no sé si por vernos o porque sabe que hay torta de chocolate. Al toque empezó con su show de baile. Yo lo primero que hice fue sacar a Mateo del huevito, no lo veía desde que nació (una semana). Es un gordo amoroso que come y duerme todo el día, ninguna preocupación de nada. Male es super amorosa con él, le hace mimitos y le da besos, pero también es super mega ruidosa. Sentada en el sillón y viendo como los demás van y vienen, me di cuenta que todos hablamos mucho más fuerte con ella, es lógico que ella también hable a los gritos a veces. Increíble, pero a pesar de todos los gritos, bailes, entradas y salidas, Mateo sigue dormidísimo.

Rafi traía la comida, de Mamia, delicia total y Flori, la torta. Nos sentamos todos a comer en la lindísima mesa que preparó mamá. Male no quería comer, pero los demás devoramos como lima nueva, especialmente Rala, estaba apetitoso hoy. De postre la torta havenette de Flo y brownies. Mientras Male jugaba nos pusimos al día con las novedades, aunque hablamos sin parar por WhatsApp. Male me decoró con las dos millones de pulseras, aros y brillos de mamá, jugamos a las escondidas, pintaron, de todo un poco. Al final, unos se iban al pediatra, mamá y Male a la plaza, Andy a trabajar y yo a mi siesta, plan ideal, la envidia de todos.

En el camino de vuelta llamó Jo, charló más con Andy porque yo estaba agotada. Me había mandado con una amiga de Flo unos aritos divinos, muy capa. Obvio que nos llamó desde la bici, volviendo de entrenamiento de vóley. ¡Falta menos de un mes para que llegue!

Llegados a casa, fui directo a dormir la siesta. Cuando me levanté me sentía más o menos, así que seguí mi día desde el sillón. Retomé la temporada de Bridgerton que me había quedado suspendida por la internación. Después de mucho debate interno, me levanté y escribí el capítulo. Andy es el encargado de la inyección hoy pero cuando quiso sacar el protector de la aguja se pinchó, pobre. Tuvimos que buscar una nueva.

De repente me llega una foto de un mueble muy lindo, la foto está sacada en la vereda, acompañada de un “hola” de papá. Lo siguiente que sé es que llama a Andy y le pregunta si puede bajar. Baja Andy, tocan el timbre de arriba y aparece papá con el mueble. En principio me dijo que se lo compró a alguien en la calle, el mueble es divino pero ¿cómo que alguien en la calle? Después me dijo que me lo manda su tía Bali, la fue a visitar hoy y hablando un poco de la vida, entre muchas cosas, le contó que estoy bordando. Se les ocurrió que este mueble era ideal para guardar todos los implementos, una divina total.

Andy se puso a cocinar, íbamos a tomar sopa de zapallo con croutones. Decidido por mí cuando me desperté de la siesta, últimamente mi vida es dormir y comer o pensar en comida 24/7, es una locura. Cuando fui a la cocina estaba haciendo de todo: milanesas de berenjena de entrada, sopa de zapallo, croutones, zapallitos y berenjenas asadas. Se nota que es hijo de Rosita, los dos cocinan para un batallón. Estaba todo muy rico, comimos viendo la película de ayer: “La cena”. De todas las que venimos viendo es de las mejores, demasiado larga para mi gusto, te deja pensando. No la recomendaría especialmente pero no es mala.

Terminada la película empecé a leer el libro que me regalaron mis amigas psp, de Silvia Figiacone. Me está haciendo mal no hacer nada, es hora de al menos ponerme a leer. Está bueno refrescar conocimientos, por ahora leí la parte más teórica pero los próximos capítulos son más prácticos, me gustó.

Finalmente, siendo ya casi medianoche, decidimos que es hora de ir a dormir. Rezamos juntos y hasta mañana.