66. CON UN ENFERMO SOBRA

Lunes 1 de julio

Me desperté a las 7 cuando Andy vino a decirme que tenía fiebre. Pero seguí durmiendo un rato más. Cuando me levanté lo encontré casi desmayado en el sillón, seguía con fiebre, pobre. Le llevé agua y paracetamol, como no se quería quedar a dormir en el cuarto de los murciélagos decidimos que lo mejor era que se fuera a lo de Rosita. Después me sentí un poco mal porque lo estaba echando de su casa en medio de su enfermedad, y le ofrecí que él durmiera en nuestro cuarto y yo en el living, obvio que yo tampoco quería dormir en el cuarto de los murciélagos. Porque si él duerme en el living me inhabilita muchos espacios de la casa, va a estar todo el día durmiendo en el sillón.

Me buscó mamá para ir a sacarme sangre, lujo que te busquen y te traigan de vuelta, capa mi mamá. Saqué mi número de prioridad, al ratito me llamaron y ya estaba saliendo, con toda la fe que hoy suspendíamos el filgrastim porque mis glóbulos ya se estarían recuperando. Subí las escaleras pero me senté en un sillón un ratito mientras le avisaba a mamá que ya estaba lista. Salí a su encuentro y me trajo de vuelta, en el auto hablé con Rosita para informarle que iba a tener compañía unos días. Era el plan perfecto, una madre que sabe cuidar y malcriar y un hijo que necesita de toda la atención del mundo. La idea era que mamá lo llevara a lo de Rosita pero cuando subí seguía en la misma posición que lo dejé, así que mamá quedó liberada. Andy se bañó, armó un bolso sin nada, y se pidió un uber. Antes de que baje le completé todo lo que le faltaba (cepillo de dientes, medias, calzones, y seguro algo más). Decidió que se iba a la guardia, porque quizás tenía que tomar antibióticos.

Aproveché para ir a la imprenta y enviarles el último archivo listo para imprimirse, ¡qué nervios! Ya está todo encaminado, ¡viernes o quizás jueves los tendría en mi poder! A la vuelta hablé con Choli, nos pusimos al día que hace mucho no hablábamos, hoy ella estaba más contenta. En casa estaba Judith que me cocinó puré de papa con milanesas, gran almuerzo, se ve que estaba apetitosa porque me comí tres milanesas y una buena porción de puré. Seguí viendo Bridgerton hasta que llegó mamá y se acercaba la hora de la clase de yoga.

Llegó María, la profesora, y esta vez hicimos las tres juntas. Fue una clase un poquito más power pero me gustó, estuvo muy bien. Terminamos muy relajadas todas. Ordenamos nuevamente el living y me senté a escribir el capítulo.

Al rato llegó papá. Cuando me llegaron los resultados del análisis descubrimos que no solo no habían subido sino que estaban aún más bajos, 1.439 glóbulos blancos. A seguir con filgrastim y análisis el miércoles, qué pereza. Nuevamente preparé la jeringa y papá se ocupó de la inyección, ya estoy más canchera y hace días que la inyección es sentada en la silla y sigo con mi vida. Antes era todo un show en la cama y me quedaba un rato medio paralizada. Me comí uno de los riquísimos alfajores que trajeron los chicos desde Uruguay, muy bueno.

Esta noche queda papá de enfermero, él sí se anima a dormir en el cuarto de los murciélagos. Finalmente lo usamos para algo más que para casa de esos bichos. Le preparé la cama mientras él cocinaba  unos filetes de brótola a la manteca, cocidos a la perfección, acompañados de un puré de zanahorias cremoso y ligeramente dulce. De postre me prohibió comer torta, no me gusta este enfermero. Terminé comiendo un Ferrero Rocher, medio a las escondidas.

Estábamos los dos agotados, así que hoy decidimos ir a dormir más temprano. Recé sola después de mucho tiempo y a dormir en la inmensidad de mi nube sin ronquidos.