54. TERCER CICLO - DÍA UNO

Miércoles 19 de junio

¡Nos despertamos a las 8, sin tomar ninguna medicación! Increíble haberlo logrado con todos los ruidos del sanatorio, por suerte hoy no hubo control de sangre pero igual estaba esperando esa interrupción con luz prendida a pleno. Andy me cuenta que su sillón está muy bien, de los mejores hasta ahora, pero mi colchón está un poco hundido justo a la altura de la cola, un poco incómodo, pero bueno. Hacemos un poco de fiaca y decidimos activar, ¡hoy estoy con Mariel! Ya la extrañaba, hace un montón no nos tocaba juntas. Nos levantamos a desayunar, Andy se va a comprar su tostado y yo tengo un paquete de sándwich con dulce de durazno, hoy estaba medio desabrido o eso me pareció. En principio le iba a robar solo un cuarto de tostado pero me convenció de que me coma la mitad, porque él se iba a comer sus huevos revueltos a casa, no le costó mucho convencerme.

Antes de irse me reta a una partida de “lucky numbers”, anoche me destrozó, pero me tengo fe. Ahora es la mañana, estoy fresca como una lechuga, ¡salí campeona, finalmente! Se va a casa pero en el camino me llama, desde que probó los churros celíacos del "topo" los tiene entre ceja y ceja, dicen que la parejas se mimetizan con el tiempo. Esto de tener ciertas comidas en la mente de forma constante es muy mío y lo fue adquiriendo en este último tiempo. Ya hace unos días casi se va corriendo hasta el "topo", con la excusa de que se “ganó” esos churros por haber corrido hasta allá. Finalmente no lo hizo porque se acordó que no le gusta correr con semáforos, sólo por eso. Está en duda de si probar un churro normal de cualquier panadería pero es como abrir la caja de pandora, a partir de ahí no va a poder parar. Igual, le suele pasar el fanatismo por una comida, de más chico se fanatizó con las sopas “Maru Chan”, después con los Giacomo, tuvo una época de choclos. Siempre que ibas a su casa, no importaba la hora, había choclos en la cacerola. Es un personaje, pero siempre era todo salado, ahora se colaron las opciones dulces se ve.

Pasa Ezequiel, marido de Laura y el nuevo clínico por estos dos meses, si no me equivoco. Me hizo una revisión bastante exhaustiva, me vio muy bien y me comentó que después pasa Lau. Después vino la nutricionista para consultar por el almuerzo y le pido si a la mañana podemos hacer dos dulces y dos paquetes de galletitas Sándwich, uno solo es muy poco. Y a la tarde que traigan los dulces que preparan acá, ayer me mandaron galletitas sándwich y, yo sé que ahora me “gustan” pero tampoco abusemos. Además suele haber cosas ricas de merienda.

Me siento a escribir el capítulo y mientras hablaba con mamá que venía hoy a la mañana. Desde que todo empezó, bah!

después de la segunda internación, porque la primera fue tan caótica que creo que lo único que hice fue fluir con lo que pasaba y tomar la menor cantidad de decisiones posibles. Pero una vez recuperada, puse dos reglas de horarios: antes de las 11:30 no quiero ver a nadie (desayuno, escribo, me baño, es un tiempo mío) y en la siesta tampoco, si vienen porque no pueden estar sin mí, se traen un libro, leen o tejen pero EN SILENCIO. Llega mamá 10:38 hs, venía con muchas ganas de charlar pero yo ya estaba terminando mi capítulo y necesitaba hacerlo ahora que estaba inspirada. Le digo que me banque un ratito que ya terminaba, me dice que sí pero al minuto me estaba charlando sin parar… Le pido que llame a Mariel para el baño, mientras termino lo poco que me quedaba por escribir, entre la charla de mi madre.

Mariel me tapa los Tegaderm para que no entre agua y me baño en soledad porque me siento bien. Mientras, Mariel me cambia las sábanas y me deja la cama hecha. Cuando salgo, sacamos la bolsita del Tegaderm y se lleva sábanas y toallas usadas. Mamá ya había vuelto pero todavía me faltaban las cremas. Hoy en el cuarto hace demasiado calor, así que aprovechando que no está Rafi me pongo el pijama que es muy finito y él no lo aprobaría, según él tengo pijamas muy escotados...

Entra mamá y llamamos a Jo que hace mucho no hablaba, estaba en su casa y después salía con amigas. Me muestra los regalitos que compré para una sobri y para mi ahijado, ¡son un amor total! Pero para el de mi ahijado falta un año todavía, me voy a tener que aguantar. En un momento mamá se tenía que ir, pero nosotras seguimos charlando, le conté lo buenísimo que está el juego que me mandaron sus amigas y me acompañó en el almuerzo. De postre me habían mandado una compota de manzana, que supuestamente era la más rica de las compotas pero, no me gustó. Jose me recordó que mamá me había traído dos alfajorcitos de Santa Paula, ¡salvadores, son muy ricos!

Cortamos la llamada y me pongo a armar la publicación con fotos, ya le había mandado el capítulo a Andy pero todavía no tuve respuesta. Llegan los famosos cinco corticoides “predniSONA”, indicadores de que ya llegó la bolsa de “danger” y en cualquier momento vienen. Mientras espero, hago una corrección del libro de Male y pruebo cargarlo a dos aplicaciones de fotolibros, por ahora serían la única opción para que sea libro de tapa dura. Ya mandé a varias imprentas pero todas me ofrecen anillado, que no es opción, o tapa blanda, así que ahí ando tratando de decidir qué es lo que más conviene. Viene Laura, hablamos un ratito pero la llaman por teléfono y tuvo que irse.

Hoy pasó Ceci a saludar, amorosa total, ya estaba lista para irse pero como venía del quinto y le habían avisado que estaba abajo pasó un ratito a decir hola. Se va a extrañar su buena onda y carisma de las mañanas. Nunca me voy a olvidar cuando entró feliz cantando “¡alta, alta, alta!” y yo no me sentía muy bien…

Al rato volvió Laura, yo seguía en la compu, mismo lugar y posición. Le pregunté si habíamos podido escalar, me dijo que estamos en el tercer escalón que es lo que la mayoría llega. Todo depende de cómo te venís sintiendo y de los glóbulos blancos más que nada. Yo la última vez casi que no estuve neutropénica, porque bajé muy poquito, ya les dije, mi cuerpo es muy capo.  Me contó que hay cinco escalones pero no pasa nada si no se escala más porque es el máximo que el cuerpo de cada uno puede tolerar. Como empezamos la medicación medio tarde las posibilidades del alta parecen indicar que serían el lunes pero dependemos del horario que termine el domingo. Con tanto feriado no saben cuándo llegará la última bolsa del sábado y por eso tampoco podemos acelerar desde ahora, como hicimos la última vez. Le consulté por los dolores de los primeros días post internación y a diferencia de Gonzalo, ella lo adjudica al filgrastim  porque la médula está adentro del hueso y por eso puede hacer que duelan. Me recordó, creo que por décimo octava vez, que lo más probable es que los dolores disminuyan porque mi médula ya va estar más “cansada” (no usó esa palabra pero no recuerdo cuál era). Además me dijo que seguramente antes del cuarto ciclo hagamos una tomografía, ella prefiere después del cuarto pero OSDE suele pedirla en el medio del tratamiento para justificar la cobertura del mismo y chequear que esté haciendo efecto.

Llega la merienda, dos alfajorcitos de maicena, los cuales claramente no son suficientes para la apetitosa, le mando foto a Andy quien estuvo de acuerdo que era medio una estafa. Así que velozmente mando al grupo de ladies que la que venga traiga algo rico de té. Me llama mamá que está en “le pain quotidien” y le pido una riquísima cookie (Delfi, las cookies son de ahí, igual después charlamos y te paso otro lugar que también son riquísimas).

Pasa Rafaela un ratito a saludar, porque se enteró que había vuelto. Me cuenta de todas las chicas que se recuperan y vienen a hacerse el control del port a cath ya todas bárbaras. Yo aprovecho para preguntarle dónde pusieron el cuadro de la virgen de Schoenstatt que pintó Silvia Mihanovich y trajo de regalo después de una internación. Me contó que está en el quinto piso al fondo del pasillo, así que mañana le voy a pedir a mamá que le saque una foto así le mando.

Finalmente llegó el momento tan esperado, ¡viene Ivi con la auditora del Mater a poner la primera bolsa de quimio! Ahora sí arrancamos, yo tenía mis alfajorcitos esperando a ser comidos pero no los quería abrir y que la bolsa de quimio me los contamine, ¡no vaya a ser que la radioactividad ingrese a mi cuerpo! Después de comérmelos llega mamá con la cookie, me tiro en la cama a leer un rato, ya era hora de cambiar de posición, ella sigue tejiendo un sweater muy divino para Male. Viene Rosita y les propongo probar el juego, al ratito llega Tere así que se suma también. Teníamos la puerta abierta y estábamos haciendo tremendo caos, no sé cómo nadie vino a callarnos, nos divertimos mucho. Obvio que salí campeona por lejos, unas tramposas estas señoras, ¡se tiraban tips y soluciones entre ellas sin parar! En el medio del juego pasa Ivi a chequear que esté todo bien porque no la había llamado en toda la tarde. Aprovecho para pedirle que nos saque una foto y de paso hace una selfie, genia.

Cuando llega Beba, las invito muy amablemente a Tere y Rosita a retirarse porque ya éramos demasiadas en el cuarto. Venía con palmeritas, alfajorcitos y un chocolate. Pero lo único que llegó fue el chocolate, lo demás se lo confiscaron abajo. Dato importante, no se puede entrar con comida, ¡todo siempre escondido, no le digan a los del Mater, top secret! Charlamos un buen rato y me acompañan en la comida, hoy Andy se había ido a comer con amigos. Beba me cuenta la historia de su amiga Emilia que se hizo un lago en su terreno del barrio privado y posteriormente sacaron una nota titulada “la vecina rebelde”, ¡le pedí que por favor me la mande! Siempre tiene cuentos buenísimos la nonet. Ya era tarde así que nos despedimos pero se queda mamá un rato más, hoy le toco full día Lulo.

A la noche está Anita, nunca nos tocaba porque siempre Erika o Nancy me robaban antes pero hoy fue su día. Eligió el peor de todos creo, porque muy inocentemente le pregunté por la manguerita que me pusieron en la bolsa de la quimio. No me acordaba cómo era pero seguro no era la transparente porque justamente no puede darle el sol, por eso siempre viene tapada como la bolsa de “danger”. Me recuerda que normalmente ponen la amarilla y le llama la atención por qué no la tenía. Ahora le tocaba descifrar cómo  puede hacer para cambiarla sin perder nada de la medicación. Como el suero terminaba a las 3 de la mañana yo le sugerí que lo adelantemos, para evitar despertarme a esa hora. Se le ocurrió diluir lo que quedaba en un suero chiquito y después conectar el normal para que ya quede hasta el día siguiente, una genia. La quimio siempre tiene que pasar con suero. Lo único malo de este plan es que al final va a tener que venir tipo 2 de la mañana a cambiarme el suero, pero bueno, ya me queda la manguerita amarilla para el resto de los días de internación.

Como me había hecho los controles yo me quedé en la cama, cuando llega Andy nos tiramos los dos a hacer un poco de fiaca. Mamá le había dejado su cama armada, muy amorosa. Finalmente nos levantamos a jugar, estamos adictos, esta vez estábamos empatados pero decidimos cortar e ir a caminar. Tuvimos una buena charla, hoy había tenido terapia y surgieron temas copados. Él trae los títulos y cada uno da su opinión al respecto, está bueno para pensar y reflexionar un rato. Obvio que a la vuelta hacemos la última partida para desempatar y gana….. Ya estaba agotada, rezamos juntos y a dormir, otra vez sin clona, igual lo tenía en la mesa de luz por las dudas.