127. ¡SUENA LA CAMPANA!

Sábado 31 de agosto

Ayer nos dormimos casi a las 3 de la mañana, me costó dormirme pero lo logré. Hoy mi último despertar fue 8:30 h, increíble, eso es lo bueno de los sábados, todo va más despacio. La primera en aparecer es la nutricionista, pero le cuento que hoy me voy de alta, me felicita y se va, no sin antes comentar algo del cuarto, es que está muy lindo. Después pasa Mercedes, del equipo de contención, ayer los vio a los chicos haciendo el cartel de quinto día y le pidieron que hoy pasara para sacar la palabra “quinto” y que quede solamente “último día” con las mariposas, así que muy cumplidora, vino a hacerlo temprano. Nos quedamos charlando un rato, muy divina. Andy aprovechó para ir a comprar su desayuno.

Vino Pabla, muy emocionada y feliz de que sea el último día. Me trae las medicaciones y me hace los controles matutinos, todo perfecto. Al rato volvió con todo para desconectarme, ¡tremendo ser libre de nuevo! Me dispongo a pararme pero le pido a Andy si me desenchufa el robot y se me ríe, ¡por un segundo me olvidé que ya soy libre! Nos reímos un rato, hoy todo es felicidad. Voy al baño y nos sentamos a desayunar, hoy le cambié medio tostado por banana. Viene la médica clínica a traerme la epicrisis y preguntarme qué recetas, de medicaciones, necesito para casa, hoy están todos super preparados para mi alta.

Me voy a bañar y Andy empieza a ordenar un poco, todavía no queremos descolgar nada porque queremos sacar fotos para tener de recuerdo. Pasamos todos los carteles a una pared así salen bien y se ve todo el cariño y acompañamiento que tuve en estos meses, había más dibujos de hijos de amigos ¡pero no había más lugar ni cinta para colgar! Llega Pachu, hoy al final no va a estar para la campana porque tiene justo una cesárea pero pasaba a saludar, nos dimos un mega abrazo y nos sacamos una foto. Después llegó papá, el primero de la familia, los demás todavía no aparecen, el día está horrible, o ideal para quedarse en casa.

Llegan todos juntos y empapados: mamá, Jose, Flori, Fede y los princesos. Movemos la cama y sillas para tratar de sacar una foto decente, viene Caro a sacárnosla. Ya había pasado más temprano cuando estábamos solos con Andy a saludar y decirnos lo feliz que estaba de que llegó el último día. Recordamos ese primer fin de semana, que me inventó la bolsa para drenar el líquido del pulmón y  lograr que esté mucho más cómoda, genia total. Sacamos dos mil fotos y nos dispusimos a desarmar el mural, Male me ayudó con las mariposas, es muy genia, encastró cada una de las partes super bien, estaba re divertida.

Teniendo todo guardado, salimos al pasillo hacia la campana, todos juntos. Mercedes estaba muy emocionada, desde temprano preguntaba a qué hora iba a ser, quería que ya llegue el momento, esta vez venimos nosotros más tranquilos. Me acerco al office de enfermería y entrego las últimas cuatro bolsas, la de Caro, Pabla, Ale y Cristina, ¡las encargadas de los fines de semana! Estaban super agradecidas y me dijeron cosas muy lindas. Siempre un alta debe ser un día de gran festejo y hoy, por primera vez, con la famosa campana de recuerdo. Vamos hacia la campana, sacamos fotos con el cartel de “triunfante” y llega el momento. La idea era hacer seis campanadas, una por cada ciclo. Pero, a pesar de haber tenido dos simulacros, el de ayer a la tarde y el de anoche, se ve que no aprendí. Terminaron siendo varios más, nos abrazamos y sacamos fotos con todos, creo que las sonrisas lo dicen todo.

Volvemos al cuarto a buscar las mil millones de cosas que traigo junto a la mega caja de alfajores y nos despedimos a los abrazos con las enfermeras y Mercedes. Bajamos juntos por el ascensor, pero cuando llegamos abajo nos damos cuenta que no tenemos el papel del “alta”, el que se entrega a seguridad. Me quedo en mi sillón junto a la ventana y Andy sube a buscarlo. Sacamos la foto con el el alta, la entregamos a seguridad y vamos a los autos, intentando no mojarnos tanto. Chau Mater, al menos por un tiempito.

Llegados a casa, subimos con Andy, papá y Jo se van a comprar el almuerzo y mamá a comprar pan rico sin tacc para hacer sándwiches. Suben los princesos, Male quería jugar a full, está tan amorosa. Algunos empiezan con la comida y otros jugamos al lobo, buscamos a Coquito, hacemos como que cocinamos panes y nos los comemos todo, qué lindo que se cope a tantos juegos imaginarios. Almorzamos todos en la mesa redonda de casa, parece chica pero es cumplidora, éramos ocho personas y bastante bien. De postre degustación de alfajores “La Aldea”, mi top tres son: bombas, super dulce de leche y 70% cacao, el de mousse de avellanas le voy a dar otra oportunidad, hoy no llegué a comerlo, el blanco estaba bien pero un poco “limonado” para mi gusto y el de maicena no llegué a comerlo, tampoco soy muy fanática. Se pusieron todos a ordenar, antes mamá y Jo nos habían armado la cama, son todos lo más. Nos despedimos y llega el momento de reencuentro con la nube, ¡qué linda que sos!

Me puse un rato con Instagram, desde ayer me están llegando muy lindos mensajes de conocidos y de personas que me encontraron por conocidos, todos muy muy amorosos. Finalmente logro dormir una hora, pero las emociones son demasiadas hoy. Aprovecho para agradecerles a todos por su acompañamiento, cariño, malas crianzas y todo lo que hicieron y siguen haciendo por mí en este tiempo, ya saben que tengo el mejor equipo. No soy muy de frases o refranes pero hoy tengo una que me parece que aplica demasiado: “Las alegrías compartidas se multiplican”. Viene resonando en mi cabeza hace tiempo, y siempre que alguien me escribe lo primero que les digo es que lo que más me sirvió fue compartirlo, porque las alegrías se multiplican y las tristezas, o malos momento, se dividen, se hacen más fáciles de enfrentar. Estos meses me reconectaron con muchas personas que hace mucho no hablaba o que eran conocidos y no tenía tanta relación, también me acercaron mucho más a los que más quiero. Yo soy muy colgada y también tímida por momentos, pero acá estoy para quienes me necesiten, este tiempo aprendí lo importante de estar para los demás, intentar no colgar tanto, voy de a poco.

Me levanto a corregir el capítulo y escribir el día de hoy, ya lloré un ratito en la cama, ¡pero de felicidad! Este fin de semana me lo tomo para descansar, obvio que no del libro de Male que mañana sí o sí lo reviso todo para que el lunes se ponga en marcha la impresión. Tengo un descanso de filgrastim hasta mañana a la tarde y pienso aprovecharlo. Ya veremos cómo me siento en los próximos días, pero saber que son los últimos ya lo hace todo mucho más llevadero. Saber que no me espera una internación de seis días dentro de 15 días hace que todo sea más lindo. Igual, me voy a cuidar, porque los glóbulos van a bajar igual y yo no pienso internarme por una fiebre o infección, no señor, no estando tan cerca del final. El PET y los rayos son una próxima etapa que inicia en octubre, septiembre es para mí, para disfrutar y descansar un poco de este torbellino que llegó de un día para otro.

Por supuesto que la cena de hoy son fideos tricolor con salsa cremosa de champiñones y queso. De postre tengo la torta que me trajo papá el otro día, de Mamía. Jugamos un burako, pobre Andy, tuve mucha suerte o soy demasiado buena, porque lo maté. Estaba devastado, así que se fue a jugar al escritorio para despejarse. Yo me quedé viendo Survivor, necesito saber a quién echaron, Cami me tiene muy intrigada. Finalmente, llega la hora de rezar juntos e irnos a dormir.

Hay demasiadas fotos lindas, y quiero que me queden de recuerdo, perdón por el spam.